19 Jun 2014


«La persecución de las actividades mágicas por el tribunal inquisitorial de Lima, siglos XVIII»

Presenta Natalia Urra Jaque
18.00 – 20.00 hrs.
Universidad Alberto Hurtado
Sala E33, Erasmo Escala 1822, 3º piso
Entrada Liberada

 

Durante los siglos XVI al XVIII, Europa y ­las colonias americanas conquistadas por europeos experimentaron innumerables cambios y transformaciones sociales, cuyos temores y consecuencias desencadenaron una serie de acontecimientos históricos como, por ejemplo, la caza de brujas; en esta persecución, miles de personas -mayoritariamente mujeres- comparecieron ante tribunales civiles y eclesiásticos como cómplices y secuaces del demonio en la tierra, pues de acuerdo al imaginario popular pactaban con él a cambio de riquezas materiales y espirituales. Este pacto, por tanto, simbolizaba apostatar, idolatrar y blasfemar contra los principios fundamentales de la religión cristiana, es decir, renegar de la fe y de Dios, y -por supuesto- someterse en cuerpo y alma a Satanás; en el contexto virreinal peruano, se materializaba a través de las prácticas religiosas indígenas y africanas mezcladas con las creencias mágicas ibéricas, por ende, reproducir actividades alejadas de la ortodoxia religiosa significaba alterar los designios divinos y revivir la alianza con Satanás. Los inquisidores limeños, sin embargo, no prestaron especial interés a tales acciones, aunque -evidentemente- las persiguieron y condenaron con todo el rigor de las leyes eclesiásticas, pues las calificaron como peligrosas y, sobre todo, desestabilizadoras para el orden social.  En esta oportunidad, analizaremos y comentaremos los procesos inquisitoriales, ejecutados contra treinta y ocho mujeres pertenecientes a castas propias de la jerarquización social hispano-colonial, es decir, mestizas, españolas o blancas, negras criollas, mulatas y zambas. Todas ellas fueron catalogadas de brujas, hechiceras y curanderas y, en los registros inquisitoriales, de sortílegas y supersticiosas, pues reproducían antiguos ritos cuyos simbolismos -de acuerdo a la mirada de las autoridades- manifestaban una alianza con el demonio y las tradiciones mágico-religiosas de los pueblos esclavizados y precolombinos, por lo tanto, eran doblemente amenazadoras.